Resumen del contenido de la sección de educación que hago en Catalunya Ràdio cada domingo de 9:30 a 10:00
Tema de hoy de la sección educativa de El Suplement de Catalunya Ràdio: familia y la escuela.
Como maestra, empiezo el curso con ilusión renovada. Los maestros siempre renovamos la ilusión, porque sin ilusión no es posible -ni lícito- trabajar con niños y niñas. Para educar niños hace falta confianza, esperanza, ilusión y compromiso. Los buenos maestros, las buenas maestras, son personas especiales en este sentido.
Como madre, empiezo el curso con ganas de hacer buena compañía a mis hijos: de ofrecerles un apoyo discreto y de mirarlos de cerca, de hacer equipo con sus maestros y de establecer una relación de complicidad para hacer un buen trabajo juntos.
Como profesional que ayuda otros padres y madres, empiezo el curso con los brazos abiertos para acoger las necesidades de las familias que, queriendo educar a sus hijos lo mejor que pueden, tienen dificultades y ganas de superarlas.
Entre todos, maestros, familias y profesionales externos, podremos hacer un magnífico trabajo de acompañamiento a nuestros niños y niñas, ¡que la necesitan y la merecen!
Reuniones de inicio de curso
Muchas escuelas organizan reuniones de inicio de curso. Como padres, es importante ir a conocer la escuela y los maestros de nuestros hijos. Será la primera toma de contacto de este curso con las maestras y la dirección del centro. Conoceremos los tutores y los especialistas, profesionales que pasarán mucho tiempo con nuestros hijos y que los acompañarán en momentos buenos y malos, que convivirán con alegrías y tristezas, que los ayudarán a hacer aprendizajes intelectuales, sociales y emocionales…
Cuando vamos a la reunión de inicio de curso, vamos a conocer nuestro equipo, los maestros son nuestro equipo de colaboradores.
Y si ya conocemos la escuela de otros años, ¿también tenemos que ir?
Sí, se debe ir aunque ya conozcamos a todo el equipo. Porque además de ir a encontrarnos con el equipo, vamos a renovar un pacto: nos decimos unos a otros: estamos aquí, cuenta conmigo, cuando me llamas acudo porque la escuela es importante. También es importante para los hijos: deben saber que estamos al tanto de todo lo que pasa en la escuela, que nos importa y que no faltamos.
El vínculo con los maestros
Padres y maestros debemos ser cómplices y colaboradores. El objetivo es común: todos queremos lo mejor para los niños y niñas. Debemos ver a los maestros como los demás miembros de nuestro equipo, los que tienen una posición distinta a la nuestra y que son tan importantes como nosotros para ayudar a nuestros hijos a crecer con ganas de aprender, de comprometerse y de dar lo mejor de ellos mismos. Nuestro vínculo debe ser, pues, un vínculo de complicidad y de apoyo mutuo.
Hagámosles confianza. Maestros y profesores hacen el trabajo lo mejor que pueden, a veces en condiciones muy difíciles. Los buenos maestros quieren a nuestros hijos y nos quieren y nos pueden ayudar.
Ver padres y maestros solidarios y cómplices, sentir que trabajamos juntos por ellos y que somos capaces de ponernos de acuerdo, ya es en sí mismo una acción educativa de cara a los hijos.
¿Cómo hablar con el profesorado?
Hagámoslo tan a menudo como sea necesario. Hablar con el profesorado es un derecho y una obligación de los padres. No dudemos en pedir de hacer encuentros y asistimos a los que el profesorado proponga. Reivindiquemos como condición laboral para todos los padres la posibilidad de asistir a las reuniones escolares como quien asiste a una visita al médico.
Y, cuando lo hagamos, preparémonos la reunión. El maestro/profesor lo hace. Para hacer esto, es necesario que los padres pensemos previamente:
– ¿Qué queremos explicar?
– ¿Qué queremos preguntar?
Explicar
En una reunión con el maestro, es importante poderle explicar:
- Aspectos de nuestro hijo que nos preocupen
- Situaciones importantes en la familia (cambios)
- La cotidianidad: cómo es la vida de nuestros hijos
- Los maestros escuchan los padres y con la información que obtienen pueden trabajar mejor para el alumno.
Preguntar
Preguntemos sobre nuestros hijos: cómo están, cómo se relacionan con los demás, qué hacen cuando tienen problemas, qué actitud tienen ante los conflictos, ante las dificultades, qué intereses tienen… Los maestros de seguro que nos lo explicarán porque, como educadores que son, valoran poder compartir las valiosas del educar.
También es importante que, si nos hace falta, pidamos ayuda: los maestros nos quieren y nos pueden ayudar, nos aconsejarán si se lo pedimos.
Y, del mismo modo, es necesario también que ofrezcamos ayuda: preguntemos qué podemos hacer desde casa en coherencia con la tarea de la escuela.
Y si el maestro no nos acaba de convencer…
Primero de todo, precaución: para cuestionar lo que hace un profesional, debe haber una comprensión profunda de la forma en que hace el trabajo. Generalmente los maestros hacen el trabajo lo mejor que pueden y generalmente quieren a los alumnos. En el aula son muchos y no siempre lo que recibe nuestro hijo es lo que ese mismo maestro le ofrecería si fuera él solo: hagámonos cargo de esta situación. Si, una vez nos hemos hecho cargo, aunque tenemos razones de peso para cuestionar el maestro, hay que explicarle bien qué pensamos que necesita nuestro hijo y por qué. También podemos hablar de ello con la dirección de la escuela.
Tengamos en cuenta que no es necesario estar de acuerdo con todo. Lo que sí tenemos que hacer frente a los niños es respetarnos y validarnos: los maestros a los padres, y los padres a los maestros.
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