Los fines de semana de confinamiento perimetral, en las afueras de los pueblos decenas de familias pasean, van en bicicleta, hacen deporte… Y cuando no sufrimos en confinamiento perimetral de fin de semana pero los restaurantes y locales de ocio están cerrados, muchísimas familias salen al campo a disfrutar de la familia en la naturaleza. Para familias que viven en ciudades donde la naturaleza queda más lejos, os ofrezco 10 consejos para disfrutar de ella con los niños:
1.- El contacto con la naturaleza es un elemento vital para el crecimiento que hay que promover siempre que haya ocasión, no solamente cuando desparecen las otras opciones.
2.- Procuremos que los niños no vivan las excursiones como un elemento de consumo más, evitando la actitud “voy – veo – vuelvo y me olvido.” Las salidas a la naturaleza pueden ser una experiencia vital que ayude a los hijos a resituarse. Para que sea posible, hay que ayudarles a tomar conciencia de lo que hay a su alrededor y, a la vuelta, recordarlo juntos: “¿Qué hemos visto?, “Qué nos ha gustado?”, “¿Que nos ha sorprendido?”
3.- Es importante ralentizar. A veces queremos ver mucho en poco tiempo, y el ansia no nos da tiempo a experimentar las sensaciones de cada lugar. Con los niños, mejor ver menos territorio y quedarse más tiempo allí donde vamos. La experiencia es más permeante si el niño tiene más tiempo para absorberla. Respiremos hondo de vez en cuando.
4.- Mejor caminar que ir en coche. A veces pasamos más tiempo en el vehículo y en lugares cerrados que caminando a la intemperie. Caminar en la naturaleza nos conecta con nuestro ser biológico.
5.- Es básico pararse para mirar con atención. Para aprender y para disfrutar. Los niños han de educar su mirada, aprender a observar, y los padres lo podemos acompañar. Pararnos a mirar un hormiguero, el vuelo de un gorrión, el romero en flor… todo ello ayuda a centrar la atención y a desarrollar la observación precisa.
6.- Aprovechemos para practicar la escucha. Invitemos a los niños a cerrar los ojos y a escuchar cuantos sonidos nos rodean. Preguntemos: “¿Qué se oye?”, “¿Cuántos pájaros cantan?”, “¿Hay algún insecto cerca?”
7.- Seamos silenciosos a ratos. A menudo las familias somos ruidosas, y salir al campo puede permitirnos educar el contacto tranquilo, un contacto con la naturaleza donde la actividad de la familia y nuestra conversación no sean las protagonistas. Es bueno que haya un tiempo para nuestras actividades y juegos de todo tipo y también un tiempo para observar y disfrutar de lo que ocurre “sin nosotros.”
8.- Juguemos sin materiales. Salir al campo es ideal para jugar al escondite, al pilla-pilla, a las carreras. Recuperemos los juegos de exterior que no requieren ningún elemento material. Así enseñamos a los niños a divertirse con los demás sin necesidad de nada.
9.- Evitemos los lugares demasiado concurridos, donde tendremos menos oportunidad de practicar algunos de los consejos anteriores. Hay sitos a los que nadie va, vale la pena aventurarse a lugares desconocidos donde tendremos garantizada la tranquilidad.
10.- Seamos muy cívicos. Allí donde vayamos, intentemos entender qué ocurre y por qué las cosas son como son. Respetemos los campos sembrados, el bosque y la tranquilidad de la gente del lugar. Llevémonos los residuos y no dejemos ninguna marca de nuestro paso.